domingo, 20 de septiembre de 2009

Regalos de fiestas patrias

Fiestas patrias, tiquitiquití, volantines, asados y cuecas.

Hoy, mientras almorzaba en curacaví, escuchaba en la radio: "Mira, niñita, te voy a llevar a ver la luna brillando en el mar..." Y el señor anfitrión, dueño de la parcela que disfrutábamos, comentó lo mucho que le gustaba el disco "alturas de machupichu" de Los Jaivas. Después de eso, la conversación siguió, empezaron las cuecas, empezaron los bailes pascuenses.... se acabaron los bailes y nos fuimos a buscar viento para los volantines.
Fue un fracaso, porque no encontramos el viento y los pocos volantines que alcanzaron altura decidieron terminar sus días descansando en la copa de los árboles. Cambiamos de plan, y empezaron las cuecas otra vez, el guitarreo y las tonadas.

Estábamos en altura y rodeados de cerros, y mientras caminaba buscando un poco de energía renovadora, descubrí que los cerros formaban una caja acústica natural, por lo que me podía alejar cuánto quisiera de los cantores sin perder la claridad de las voces... y entonces lo entendí.

Ahora, qué entendí, es muy difícil de explicar.
Entendí la identidad humana, y entendí la música. Entendí por qué "alturas de Machupichu" es un disco tan bueno.
Y no sé cómo explicar esa lucidez, es una comprensión que llega simplemente al experimentar la grandeza de la tierra y la noción de estar vivo como ser humano, un ser humano con una historia de milenios. Un ser humano no individual -si me permite,querido lector, la contradicción-, un ser humano que es a la vez toda la humanidad.

Agradezco a la vida ese momento de lucidez. Es uno de los tesoros que vale la pena llevarse de esta vida. Y otro de estos tesoros es el tiempo que se nos ha regalado para disfrutar, como el que yo disfruté hoy con los míos. Básicamente, hoy salí doblemente premiada.

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